Foto de la exhibición virtual Poética Masculina del Negre. En la imagen, Juan Carlos Malavé Miller.
En un mundo donde la representación importa, las imágenes y los discursos que circulan sobre los cuerpos de los hombres negros no son neutrales. Cargan con siglos de historia colonial, con violencias que persisten y con estereotipos que aún hoy moldean la percepción colectiva: el cuerpo negro como amenaza, como objeto de deseo exótico, como símbolo de fuerza bruta o de resistencia, pero rara vez como sujeto completo, sensible, amoroso, vulnerable.
Frente a este paisaje, urge preguntarnos: ¿qué historias estamos contando? ¿Y quién las cuenta? Si aspiramos a un feminismo verdaderamente inclusivo, interseccional y emancipador, necesitamos mirar con intención y ternura a esos cuerpos masculinos racializados que también han sido atravesados por los sistemas de opresión.
Desde mi trinchera como estratega de comunicaciones y neuromarketer afrocaribeña, sé que las narrativas no solo informan: también educan, emocionan, persuaden, moldean imaginarios colectivos. No basta con denunciar el racismo o la desigualdad desde la teoría; tenemos que construir otros relatos, provocar otras imágenes, abrir otras ventanas de posibilidad sobre lo que significa ser hombre, ser negro, ser humano.
Eso es exactamente lo que propone Poética Masculina del Negre II – Edición SUR, una exhibición fotográfica que invita a mirar distinto. A observar sin prejuicios. A escuchar sin interrumpir. Esta muestra, instalada en la emblemática Plaza del Mercado Isabel II, en Ponce, recoge voces, gestos, miradas y posturas de hombres negros en su multiplicidad: padres, trabajadores, artistas, activistas, soñadores. Cada imagen es una declaración: aquí estamos, con nuestras cicatrices, con nuestra belleza, con nuestras preguntas.
Lo que sucede en Ponce no es solo una exposición de arte; igual que sucedió en Loíza, mientras se presentó en El Ancón, esta exhibición es un acto de amor radical. Es una forma de justicia visual. En mi opinión, esto es una contribución concreta a esa lucha y rediseño provocador que reconoce que también los hombres necesitan liberarse de los mandatos violentos del machismo; que también merecen un lenguaje que no los reduzca, un espacio que no los excluya.
Les quiero invitar, con el corazón abierto, a que se den la oportunidad y se den la vuelta por la Plaza del Mercado Isabel II, en Ponce. A que se tomen su tiempo para caminar entre las imágenes y conocer las historias que le acompañan. Respirar con ellas. Hacerse preguntas. Compartir lo que sientan. Porque mirar con otros ojos también es un acto político. Porque sanar las heridas de nuestra sociedad requiere de todos los sentidos.
Y porque solo cuando todas las personas—sin importar su género, raza o identidad— puedan verse representadas con dignidad, podremos hablar de un feminismo que no deja a nadie fuera. Nos vemos en Ponce; la exhibición está hasta el 14 de junio. Visita www.tipospr.com.