Clara Lair: pionera de la poesía feminista en Puerto Rico

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“¡Soy tu igual, camarada!”
Mercedes Negrón Muñoz, “Clara Lair”
Poema: Frivolidad

Si te decimos el nombre de Clara Lair, lo más seguro es que no conozcas de quién hablamos ni por qué es una heroína puertorriqueña. Tal vez has visto una calle con su nombre.

Estamos aquí para decirte que Clara es una mujer puertorriqueña con un legado digno de rescatar y difundir. Es una mujer que enfrenta un doble riesgo de olvido histórico: primero, porque, mundialmente, las mujeres hemos sido relegadas a ser “la mujer de”; y segundo, porque, nacionalmente, las puertorriqueñas tenemos una identidad nacional sin reconocimiento, debido a nuestra realidad colonial.

En BoriFrases, nos aseguramos de que los esfuerzos de nuestra Clara sean recuperados para orgullo de Puerto Rico, de sus mujeres y niñas. Ella pudo ser “la prima de”, pero se dedicó a ser mucho más. Te contamos.

“La prima de…”


¿Y yo? Yo lo he tenido todo, de la gloria a la herida.
Y te fuiste inmutable lo mismo que viniste.
¿Y yo? ¡Yo no estoy triste!
Yo estoy plena y vacía de nada, como la vida”.
Poema: Perdón


Clara nació en 1895, en el pueblo de Barranquitas, con el nombre de Mercedes Negrón Muñoz. (Algunos alegan que nació en Cidra, pero que se crió en Barranquitas). 

Si vuelves a leer sus dos apellidos y su pueblo, no te será difícil entender cómo obtuvo su educación de excelencia. Clara se crió en una familia privilegiada, en lo económico y en lo cultural. Su tío y su papá fueron ambos poetas de Barranquitas: Quintín y José Negrón. Su tío materno no fue otro que el poeta y político, Luis Muñoz Rivera, por lo que su primo hermano fue Luis Muñoz Marín, otro poeta/político, primer gobernador electo de Puerto Rico.

Con ese bagaje, Clara tuvo los recursos que la mayoría de las mujeres en Puerto Rico no podían acceder; pero utilizarlos para ayudar a crear y adelantar la poesía feminista en nuestro país le merece mérito propio.

Poeta en la diáspora 

“Tú frívolo, yo frívola…
Soy tu igual, camarada.
¡No has de quitarme todo
para dejarme nada!”
Poema: Frivolidad

Clara se graduó de la Universidad de Puerto Rico con una concentración en Literatura.

A sus 25 años, escribió Un amor en Nueva York, luego de mudarse a esa ciudad y experimentar el ser otra puertorriqueña más en un lugar desconocido; el ser diáspora.

Lo interesante de su poesía es que escondía un mensaje ampliamente feminista en palabras románticas, tradicionalmente asociadas a la mujer. Y es que todo el privilegio que le daba el nacer en su reconocida familia no le impidió cuestionar el rol de su género femenino y el dolor de nuestro país colonizado.

Aquí, la joven comienza a conocer su talento y a proveerle el giro feminista que dejaría huella.

Dos feministas contemporáneas

“¡Cómo no sorprenderme y ofuscarme
la vulgar maravilla que soy!”
Poema: La vulgar maravilla que soy

Contemporánea a Julia De Burgos, su brillantez ha sido un tanto opacada en una sociedad que no le ve espacio a dos genialidades femeninas sin ponerlas a competir, mucho menos a principios del siglo XX.

De vuelta a Puerto Rico, en 1937, publicó su primer poemario Arras de Cristal. Sus letras ganaron la admiración de un círculo literario ampliamente reservado para hombres: la Generación del Treinta.

¿Cuál fue el rol importante de la Generación del Treinta y de Clara en este círculo?

Fue esa la generación intelectual que tuvo la tarea de redefinir qué era ser “puertorriqueño”  ante la nueva realidad del cambio de nación colonizadora: de España a Estados Unidos.

Y, entre Luis Palés Matos, Juan Antonio Corretjer Montes, Enrique Laguerre Vélez y Abelardo Díaz Alfaro, se paraban como sus iguales dos mujeres: Julia De Burgos y Clara Lair.

Si bien ambas mujeres se diferencian en aspectos como raza y clase social, ¡ambas eran genias escribiendo, a su distintiva manera, y visibilizando las experiencias de las puertorriqueñas!

Clara murió en 1973, pero su huella sigue presente hoy, si la sabemos buscar.

Cuando camines en el Viejo San Juan, frente a La Rogativa, alza la vista y verás una calle nombrada en su honor; allí fue su residencia. 

En vida, escribió ensayos para la prensa sobre los derechos de la mujer, resaltó el derecho al placer en sus poemas y ayudó a definir la puertorriqueñidad.

Es hora de que visibilicemos su legado para nosotras, las puertorriqueñas, que continuamos sobreviviendo en nuestra patria.

¡Que viva la mujer puertorriqueña, la barranquiteña: Clara Lair!

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Referencias:

Clara Lair: Poeta en Nueva York, Jorge L. Rosario-Vélez, Letras Femeninas, Vol. 37, No. 2 (Invierno 2011), pp. 157-178.

Una Pasión Llamada Clara Lair, Fundación Puertorriqueña de las Humanidades.