Ana Silvia Fernández Careaga: luchadora de la tercera generación de Madres de la Plaza de Mayo

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Fotos de Nydia Bauzá

La Habana – Desde antes de nacer, Ana Silvia Fernández Careaga fue tratada como apátrida. En sus dibujos de niña imaginaba a Argentina, país que nunca había visitado, con muchos bosques, árboles y jardines llenos de flores.

A finales de 1970, la dictadura militar de Argentina empujó a su familia al exilio, a vivir en centros clandestinos de detención, a sufrir abominables torturas, a desaparecer en los llamados vuelo de la muerte.

En 1984, a la edad de seis años, cuando Fernández Carega pisó Buenos Aires por primera vez, encontró el país que tanto había imaginado: una tierra viva, con bosques y flores, pero marcada por la ausencia. También, por las heridas.

“Yo nací en Suecia, pero nunca fue mi país. Mis padres estaban desesperados por volver a la Argentina. Estuvimos en Suecia, estuvimos en México, volvimos a Suecia donde nació uno de mis hermanos, el del medio, el otro nació en la Argentina, pero todo para mi era Argentina. Yo era chiquita y hacía dibujos de Argentina, soñaba con Argentina, yo quería volver a mi país”, compartió la líder feminista y activista de derechos humanos en una entrevista reciente con Todas desde la Universidad de La Habana, Cuba.

Fernández Careaga es la invitada especial de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico (Asppro) en la Semana de la Prensa. Será la oradora principal del foro magistral Cómo hacer periodismo en la autocracia: de Javier Milei a Donald Trump, que se celebrará este sábado 2 de agosto, a las 6:00 p.m., en la Fundación Luis Muñoz Marín. Este foro, que será para miembros de la prensa y el público general, también contará con la participación del periodista puertorriqueño José Delgado y del licenciado José Torres Ascencio, profesor de derecho constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana.

“Voy a seguir hasta que aparezcan todos”

La líder feminista y activista de derechos humanos es la hija de Ana María Careaga y nieta de Esther Ballestrino, una de las fundadoras del movimiento Madres de la Plaza de Mayo. Cuando su madre tenía 16 años fue secuestrada por la dictadura militar argentina e ingresada en un centro clandestino de detención, donde fue torturada. En ese momento, ya estaba embarazada de Ana Silvia.

“Mi mamá estaba en la Juventud Guevarista, en colegio secundario, cuando fue secuestrada, embarazada de mí, de menos de tres meses. Cuando la secuestran no dijo que estaba embarazada intentando protegerme. Estuvo en un  campo de concentración, donde la despojan de todo, de su ropa, de sus cosas, con cadenas en los pies. Inclusive, le sacaron el nombre; pasó a tener una letra y un número (K04).  Fue brutalmente torturada y ahí pasó muchos meses, casi todo su embarazo”, narró.

Cuando su madre cumplió los 17 años seguía desaparecida. La madre de ésta, su abuela materna, Esther Ballestrino, desesperada como otras madres de desaparecidos se lanzaron a las calles. “La fue buscando en todos los lugares, comisarías, hospitales… Las mujeres se fueron encontrando unas a otras y fundaron lo lo que hoy se conoce como Madres de Plaza de Mayo”, narró Fernández Careaga, investigadora y profesora en la Universidad Atlántida Argentina.

“Mi abuela encontró a mi mamá. Se fueron a Brasil y luego pidieron asilo en Naciones Unidas. El primer país que da asilo es Suecia. Mi mamá estaba muy lastimada, muy deteriorada, había pasado todo su embarazo en condiciones infrahumanas, por lo cual no pensaban que el embarazo llegara a buen término, pero era urgente que se fueran. Mi abuela no viajó a Suecia, volvió con las Madres de Plaza de Mayo y estas le dijeron: ¿qué vos haces acá si ya recuperaste a tu hija? y ella les dijo: ‘voy a seguir hasta que aparezcan todos’, por lo que continuó su compromiso con la lucha colectiva”, relató.

Esther Ballestrino fue secuestrada por la dictadura militar argentina dos meses después de la liberación de su hija. Se encontraba en la iglesia de Santa Cruz en Buenos Aires, junto a otras integrantes de las Madres de Plaza de Mayo, cuando se la llevaron a ella y a varias de sus amigas. Ballestrino fue detenida, torturada y lanzada viva al mar en los llamados vuelos de la muerte.

“Siempre supe, no se cómo, porque siempre las historias se saben, que mi abuela estuvo desaparecida. Mi abuela fue víctima de los vuelos de la muerte, solución final de la que se jactaban los militares arrojando desde aviones gente con vida al mar… Mi mamá, al día de hoy, tiene marcas de tortura en el cuerpo. Es una mujer extraordinaria, que pese a todo nos ha enseñado el amor a la vida… Crecimos en una casa con alegría, con música –por supuesto, luchando también–, pero a pesar de toda la pérdida y el sufrimiento, amamos la vida. Yo creo que eso ella lo heredó de su mamá y yo lo heredé de ella”, aseveró Fernández Careaga.

Los restos de su abuela fueron entregados a la familia en 2005. Las mareas del Atlántico acercó su cuerpo y el de otros desaparecidos de la iglesia de la Santa Cruz a las costas argentinas. “Habían aparecido en realidad a fines de 1977, poco después de haberla secuestrado, pero no lo sabíamos. Los enterraron como NN (persona desconocida) y pudimos recuperar esos restos. Una Madre de Plaza de Mayo, Norita Cortiña, que fue una gran militante también por los derechos humanos por fuera de Argentina, decía que el mar no quiso ser cómplice y por eso devolvió a las tres madres: a mi abuela, a Azucena Villaflor De Vincenti y a María Ponce de Bianco”, relató la académica. 

Las tres mujeres fueron fundadoras del movimiento Madres de Plaza de Mayo y fueron secuestradas, asesinadas y lanzadas al mar.

Las Madres de Plaza de Mayo

El 30 de abril de 1977, un grupo de 14 mujeres indignadas se presentó en la Plaza de Mayo en Buenos Aires, frente a la Casa Rosada, sede del poder ejecutivo del país, para exigir la verdad sobre el paradero de sus hijas e hijos desaparecidos por agentes del Estado. El entonces régimen militar de Jorge Rafael Videla (1976-1983) instauró políticas de terror y represión contra los opositores y fueron víctimas de secuestro, tortura, asesinato y desparición forzada personas intelectuales, artistas, militantes políticos, periodistas, profesionales, líderes religiosos y dirigentes populares que organizaban y movilizaban a los opositores de la dictadura. Para identificarse, comenzaron a usar pañales de tela blanco –que muchas tenías guardados de sus hijos e hijas– en la cabeza. Ese símbolo blanco en las cabezas distingue a las Madres de Plaza de Mayo.

La llegada a Argentina

Ana Silva Fernández Careaga llegó a Argentina justo para empezar la escuela. La llegada no fue fácil y el cambio “fue brutal”. “Yo estaba en Suecia en una escuela latina, muy amorosa… (En marzo de 1984) llegué a una democracia muy incipiente, a una escuela muy grande en Constitución, un barrio popular en Argentina, donde vivíamos y estábamos todos los niños. Nos hacían formar filas, era todo muy militarizado, el discurso, todo muy justificado…”, contó.

En Argentina hizo la primaria, secundaria y la universidad pública. “La reivindico y le quiero devolver al país toda la formación que me dio. Más allá de cursos y posgrados que uno pueda hacer, tuve mi formación gracias a la educación pública que hoy está siendo desmantelada”, denunció la licenciada en administración, quien es parte de grupos feministas y de derechos humanos que luchan contra el autoritarismo del actual presidente argentino, Javier Milei. 

Fernández Careaga integra Mujeres al Sur, colectivo comunicacional feminista y Radio Caput, una plataforma digital que nació en la resistencia contra el anterior presidente de Argentina, Mauricio Macri.

Milei, bajo el partido La Libertad Avanza, asumió la presidencia de Argentina el 10 de diciembre de 2023 para un término que vence en 2027. Economista de profesión se le considera un político de extrema derecha, de posiciones ultraconservadoras.  Se ha expresado en contra de derechos de la comunidad LGBT, del aborto, incluso en casos de abuso sexual. También, rechaza la educación sexual integral en las escuelas, apoya la libre portación de armas de fuego,  no reconoce la existencia del calentamiento global y ha protagonizado múltiples encontronazos con periodistas. 

La misoginia de Milei

“Tenemos un presidente absolutamente misógino que toma medidas concretas como por ejemplo, disolver el Ministerio de la Mujer y hacer muchas provocaciones. El pasado 8 de Marzo (Día Internacional de las Mujeres), el discurso oficial fue paupérrimo, fue una falta de respeto. Utiliza todo el poder del Estado para aniquilar. Así como él propone aniquilar a los zurdos (personas de la izquierda), su otro problema, son las mujeres. Literalmente nos odia”, sostuvo Fernández Careaga.


Como ejemplo adicional de la misoginia sistémica del gobierno actual, destacó que la administración de Milei removió el femicidio del Código Penal. “Ahora son todos homicidios”, denunció.

“Un presidente que se suele manejar por decretos lo que hace es sacar las cosas un tiempo para ver si puede negociar con la justicia, a ver si puede conseguir una de las dos cámaras para aprobar ciertas cosas de sus decretos. Un presidente que utiliza herramientas democráticas para gobernar con herramientas que van al límite de la democracia y otras que no respetan los derechos de los pueblos”, abundó la comunicadora y docente. Consignó que cuando el gobierno argentino habla de los femicidios “dice que todos somos iguales, que las mujeres no podemos discriminar a los hombres o sacarles espacios a los hombres”.

Fernández Careaga subrayó que esta “es una lógica de desigualdad” y destacó que en el feminismo “lo que nosotras proponemos es para los hombres y para las mujeres, para vivir mejor y también para que el hombre no lleve la carga que le impone el patriarcado. Todos y todas tenemos derecho a vivir más libres”.

Dijo que el partido de Milei “utiliza la palabra libertad cuando en realidad cada vez tenemos menos libertad y lo que provoca desde el Estado es muy peligroso porque habilita la violencia en el resto de los espacios”.

La eliminación del femicidio

Fernández Careaga puntualizó que remover la figura del femicidio del Código Penal “es un retroceso” porque representaba un avance para lidiar con el grave problema de la violencia de género. 

“Nosotras volvemos a tener más miedo en la calle, nunca se nos fue del todo, sobre todo cuando están aquellas fuerzas de seguridad que son las que nos tienen que proteger y cuidar. Antes de que eso pasara, se fue avanzando, no digo que terminó, pero disminuyó un poco, y ahora, vuelven y vuelven recargados, con más violencia, con más provocaciones, con lo cual nosotras quedamos más expuestas. La mayoría de los femicidios son intrafamiliares, mientras la mayoría de los homicidios no son intrafamiliares”, argumentó.

La académica sostuvo que en Argentina ha aumentado la violencia de género, mientras, disminuye la denuncia de estos casos “porque cuando uno no confia en la forma de tratar la violencia machista, muchas mujeres retroceden”.

De acuerdo con las cifras del Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina y de la Oficina de la Mujer, en 2024, fueron asesinadas 247 mujeres. Pero el Observatorio Marisel Zambrano de Argentina contabilizó 291 femicidios para el mismo año. En los primeros seis meses de 20225, el Observatorio Ahora Sí Nos Ven, contabilizó 127 feminicidios. 

Fernández Careaga subrayó, sin embargo, que en las Tierras del Sur, diversas organizaciones sin fines de lucro libran esfuerzos desde la sociedad civil para proveer servicios y espacios seguros a las víctimas de esta ola que atenta contra las vidas de las mujeres, como es La Casa de la Mujer Esther de Careaga, ubicada en el Barrio Máximo Paz, en Buenos Aires, el cual lleva el nombre de su abuela, de quien heredó ese espíritu de lucha.