(Foto tomada en el contexto de la Cumbre Internacional de Afrodescendencia por Cris Seda Chabrier)
La pandemia no ha terminado y ha quedado más que probado que el virus COVID-19 no es “un catarro”. Es una enfermedad que puede envejecer a una persona joven, destrozar una familia, comunidad, país y también su economía. Y, aunque la fatiga pandémica es muy real, no nos debe desensibilizar, sino hacernos reflexionar sobre cómo responder mejor.