Sonia Quezada llegó al albergue Casa Protegida Julia de Burgos, en el 2019, cuando comenzó a recibir asistencia como víctima de violencia doméstica. No estaba sola. Estaba acompañada de su hijo, quien hoy tiene 9 años.
Cuando apenas sentía que, con la ayuda sicológica, un techo seguro y apoyo a su hijo, tomaba control de su vida, llegó la COVID-19 y el encierro en marzo de 2020. Las preocupaciones llegaron sin aviso.