(Ilustración por Mya Pagán)
Nunca un juego me había hecho tanto sentido. Cuando era niña, mis maestros de Educación Física lo usaban con frecuencia para desarrollarnos coordinación y memoria. Incluso, entre las más pequeñas, para aprender a contar. La peregrina es un juego que ha pasado de generación en generación y que ostenta una variedad de nombres dependiendo del lugar donde se esté.
En el caso de Puerto Rico, hoy toma otro sentido. La pandemia de la COVID-19 y su presencia en el archipiélago han dejado demasiados sinsabores en la realidad puertorriqueña. La vida de cada uno de nosotros y nosotras está en peligro cada vez que el gobierno decide manejar la emergencia como mejor le conviene. Si bien la peregrina sigue siendo un juego, hemos decidido darle otra mirada para enseñarle al gobierno cuáles son aquellas reglas básicas, que de seguro ellos, con sus guisos y billetes, olvidaron.